José Luis De Mesa analiza su último libro "La ayuda militar portuguesa a la España Nacional 1936-1939 (SND)". Por Javier Navascués
D. José Luis De Mesa Gutiérrez, Magistrado jubilado, nacido en Madrid en 1945, licenciado en Derecho por la Universidad de la Iglesia de Deusto (Bilbao), es también Letrado de la Administración de Justicia excedente. Ha sido profesor en Centro de Estudios Judiciales de Madrid, de la Universidad “María Cristina” de San Lorenzo de El Escorial, y profesor colaborador en la Universidad Carlos III de Madrid, campus de Getafe. Es especialista en Derecho Laboral, y en Derecho Comunitario.
Ha realizado los cursos de “Heráldica Militar” en el Servicio Histórico Militar y “Uniformología” en el Instituto de Historia y Cultura Militar; ha pronunciado conferencias en dicho centro cultural, en el Ateneo de Madrid y en el Colegio Mayor Nuestra Señora de África. Ha colaborado programas radiofónicos en Radio Intercontinental de Madrid, cadena COPE, y televisivos en Interecoomia y en la cadena madrileña La Otra. Ha impartido conferencias en Melilla en el año 2009 con motivo del Centenario de la Campaña de 1909 y en 2011, por el centenario de la creación de las Fuerzas Regulares Indígenas, y en Madrid en el Centro Cultural de los Ejércitos, en la Real Hermandad de Veteranos de las Fuerzas Armadas y de la Guardia Civil y en la Hermandad Antiguos Caballeros Legionarios. En el Instituto de Historia y Cultura Militar de Madrid sobre las Fuerzas Regulares Indígenas, las Mehal-las y las Harkas. En la Universidad San Pablo CEU ha participado como ponente en el ciclo “Una Pica en Flandes” y en reciente ciclo dedicado al Centenario de la fundación de la Legión celebrado en el Instituto de Historia y Cultura Militar de Madrid conjuntamente con la Universidad citada anteriormente.
Es Miembro de Honor de la Hermandad de Antiguos Caballeros Legionarios de Madrid y ordinario de la Hermandad de Veteranos de Tropas Nómadas del Sahara y de la Real Hermandad de Veteranos de las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil. Es autor en solitario de los siguientes títulos: El Regreso de las Legiones. Voluntarios italianos en la Guerra Civil española (1994), Los Otros Internacionales. Voluntarios extranjeros desconocidos en el bando nacional durante la guerra civil 1936-1939 (1998), Los Moros de la Guerra Civil española (2004), De los Mogataces a la Milicia Voluntaria de Ceuta (2016) y La Policía Indígena Española. (2018).
¿Por qué decidió escribir un libro sobre la ayuda militar portuguesa a la España Nacional?
Apenas se había escrito sobre ello, tanto en Portugal como en España y lo que se ha publicado, muy poco en español, lo ha sido sobre todo desde el prisma político, no desde el militar, y desde este prisma lo publicado era muy escueto y circunscrito casi únicamente a dar pábulo a la presencia de las pretendidas unidades de Viriatos, que como tales no existieron.
No fue ni muy numerosa y nada decisiva en la contienda, pero merece la pena destacarla por el apoyo simbólico a España de un país como Portugal.
Ciertamente no fue numerosa, pero en los primeros meses de la guerra si tuvo mucha importancia, al asegurarse los nacionales una retaguardia con un país amigo, por cierto sin ayuda alguna del mismo, que guardó una perfecta neutralidad, la marcha de Sevilla a Badajoz y la ocupación de toda la franja fronteriza hispano portuguesa se llevó a cabo por tropas el ejército nacional. Esa retaguardia segura no existió con la Francia del Frente Popular, como los hechos lo demostraron a lo largo de los años de la guerra, por la ayuda que intermitentemente entró en zona roja procedente del país vecino, que por su volumen no tiene nada que ver con la llegada a los nacionales desde Portugal.
Y demuestra que no todo el mundo estaba en contra del ejército sublevado, como nos quieren hacer creer.
Eso es sí, muchos países apoyaron a los nacionales, unos dando la cara como vulgarmente se dice y otros con una doble política, como Francia, Gran Bretaña o los EEUU, pero Portugal desde el primer momento se decantó por los nacionales, además de un modo altruista, Alemania e Italia exigieron el pago del material enviado y podemos decir del apoyo prestado, mientras que Portugal, como dijo Oliveira Salazar al finalizar la guerra en España, vinieron y no pidieron nada a cambio.
Como ya adelantó, por la ubicación de nuestro país vecino, era algo importante desde el punto de vista estratégico.
Tener una retaguardia segura era un don inapreciable, y desde que se logró que toda la frontera con Portugal estuviese en manos nacionales, que se recibiese ayuda desde un país vecino y amigo, era esencial, así como que desde ese territorio no se produjesen ataques de cualquier clase.
¿Por qué dedica varios capítulos a hablar de la historia de Portugal?
La historia portuguesa y la española siempre han estado muy unidas la una a la otra, aunque no se quiera admitir y las similitudes entre una y otra son enormes. Desde el derrocamiento de la monarquía en Portugal este país tuvo una historia, más extendida en el tiempo, que la vivida en España desde el derrocamiento de Alfonso XIII, pero muy parecida a la española y eso se debe conocer: la primera república portuguesa fue un fracaso y lo mismo ocurrió con la segunda española, en ambas predominaron unos políticos de izquierda que para las dos naciones fueron un desastre, y el mal hacer de unos y otros contribuyó enormemente a que en el año 36 el gobierno portugués se decantara sin fisuras en favor de los nacionales. No hay que olvidar que un político tan fracasado como Manuel Azaña, aunque haya sido ensalzado ad infinitum sin merecerlo, era partidario de la unión de España y Portugal, aunque fuera por la fuerza de las armas, y por eso ayudó todo lo que pudo a los izquierdistas lusos.
A diferencia de los irlandeses, de los que trata en otro libro, los portugueses si que vinieron con una mentalidad más aguerrida.
Hay que tener en cuenta por un lado que desde las Campañas de Marruecos por las filas del ejército español habían pasado algunos miles de portugueses, muchos de los cuales volvieron a tomar las armas con los nacionales, por otro lado las posibilidades de que los rojos pudieran vencer a estos últimos eran muchas, otra cuestión es que no las aprovechasen, y el peligro de que esto ocurriese y desde la España roja Portugal adquiriese ese color era muy grande, por lo que los antirrojos, que ya conocían la anterior historia fracasada de la izquierda revolucionaria, masónica y anticatólica en su propio país, se sentían más involucrados en el conflicto que no unas personas que vivían lejos, con un mar por en medio, y que contaban con el amparo de Gran Bretaña al fin y al cabo y en cuyo país no había un miedo ni un riesgo claro a convertirse en una república popular.
También desmitifica todo lo que se ha dicho sobre los Viriatos.
No es desmitificar propiamente dicho, simplemente es contar la verdad y destruir una de las bases de la propaganda en favor de los rojos, como así se denominaban ellos al principio de la guerra civil, lo de republicano es una engañifa más de la propaganda, ya que lo que se intentaba defender e imponer no era una república democrática, sino una del proletariado que no tenía nada que ver la una con la otra, aunque desde entonces e incluso en los momentos actuales se quiera engañar y se consiga a la gente con las palabras república y democracia. Los Viriatos existieron, pero apenas pasaron a lo largo de toda la guerra de unos 120 como máximo, a los pocos miles, no más allá de 4.000, no los 20.000 que la propaganda izquierdista ha pretendido, a los que se les dio ese nombre también lo recibieron por pura propaganda.
¿Qué anécdotas más interesantes nos puede contar de la participación portuguesa en la Guerra Civil Española?
Como fue una aportación por un lado simbólica y por otro muy callada, sin alharacas, solo se puede reseñar que la mayoría de los portugueses pro nacionales en los combates en los que intervinieron se comportaron con mucha valentía y arrojo, sin miedo a la muerte, haciendo muchos de ellos también una defensa de la religión católica, aunque en sus filas hubiese algunos de religión judaica. Varios, como se recoge en las páginas del libro, a título colectivo merecieron la Cruz Laureada de San Fernando y la Medalla Militar, las más altas condecoraciones castrenses de la época, no hay que olvidar que en el bando contrario si bien se eliminó la Cruz Laureada de San Fernando, se sustituyó por la Cruz Laureada de Madrid. Pero es una pena que algunas de las Medallas Militares individuales concedidas luego no tuviesen el reconocimiento oficial que merecían sus recipiendarios.
¿Cómo estos libros tan exhaustivos y con un buen número de fotos inéditas, nos ayudan a conocer muchos más detalles y matices de la Guerra del 36?
La Guerra Civil española es una gran desconocida, sobre la misma en conjunto se ha escrito mucho, bien o mal ya es otra cuestión, pero sobre algunos temas concretos apenas hay literatura, hay muchos libros sobre las ayudas alemana e italiana a la España nacional y centenares sobre la mitificadas Brigadas Internacionales por el otro bando. Creo que toca ahora ahondar sobre lo que es prácticamente desconocido, como pueda ser mi anterior libro sobre la aportación irlandesa al bando nacional o un futuro sobre los rusos blancos. Dejando a un lado a italianos, alemanes o marroquíes, hubo unos pocos miles de extranjeros que lucharon en las filas nacionales, los cuales no han dado lugar a estudio profundo alguno y millares de foráneos tomaron partido con las armas en la mano durante la guerra civil española no solo a favor de un bando sino en el de los dos, cuestión distinta es que por unos motivos u otros, el nacional restringiese la ayuda personal mientras que el contrario tuviera abierta las fronteras francesas muy a menudo para recibir a miles de forasteros en sus filas, los cuales por cierto pocas veces fueron decisivos en las batallas en las que tomaron parte, salvo en los momentos iniciales.
Al ser un libro denso de casi 700 páginas, ¿es un libro para historiadores o puede resultar ameno para el público en general?
Como en el mismo, por su extensión, he procurado tocar la ayuda portuguesa desde todos los puntos de vista que he podido, cada uno en capítulos dedicados única y exclusivamente a un tema concreto. Puede que al lector en general le resulte un poco denso, pero como son muchos los extremos que se tocan en el mismo, siempre encontrará temas que le puedan parecer atractivos. Y desde luego no es un libro para historiadores en sí, mi licenciatura no es la de Historia, sino la de Derecho, es más bien un libro para investigadores, fruto de mi indagación durante muchos años en archivos españoles y extranjeros, sin ninguna pretensión de hacer Historia, sino de contar hechos, prácticamente desconocidos tanto de los historiadores en sí, como del gran público en general.