ARTÍCULO DE EMILIO DOMÍNGUEZ EN LA RAZÓN SOBRE ROY CAMPBELL
El convento de los carmelitas de Toledo estaba destinado a colegio de sagrada teología y, en julio de 1936, acogía a ocho hermanos que se habrían ordenado subdiáconos un par de meses más tarde si la Ciudad Imperial no hubiese sucumbido ante el “terror rojo”, esa serpiente que, como describiría el poeta Roy Campbell, se había introducido en el Edén toledano para destruir la “ciudad sagrada de su pensamiento”.
El padre Evaristo de la Virgen del Carmen, que casualmente predicaba el novenario de la Virgen del Carmen en Alba de Tormes, fue testigo de la vileza del reptil y lo tristemente acaecido a todos aquellos hermanos con los que convivía en esa comunidad. Su regreso se vio acompañado de la peor de las pesadillas posibles, las noticias del martirio del padre prior Eusebio del Niño Jesús, el subprior Nazario del Sagrado Corazón, Pedro José de los Sagrados Corazones, David de la Virgen del Carmen, Ramón de la Virgen del Carmen, Tirso de Jesús María y los coristas José Agustín del Santísimo Sacramento, Hermilo de San Eliseo, Eliseo de Jesús Crucificado, Perfecto de la Virgen del Carmen, Melchor de Jesús, Constancio de San José, Félix de la Virgen del Carmen, Plácido del Niño Jesús y los hermanos donados José María de la Virgen Dolorosa, Daniel de la Pasión y Clemente de los Sagrados Corazones.
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